jueves, 2 de mayo de 2013

De las conexiones empíricamente comprobables

 

(En esta entrada no se promueve el consumo de fármacos visionarios, pero se habla de ellos. 
Por favor, si no lo has hecho, lee la advertencia general al respecto)

En favor (y en contra) de la experiencia psicodélica se argumentan muchas veces conexiones: con la naturaleza, con el cosmos, con los demás... con el Todo, con Dios, con el Overmind... con culturas de otros tiempos (pasados y futuros), con civilizaciones extraterrestres (o intraterrenas)...

Además de que pueden ser difíciles de explicar su credibilidad tiene el obstáculo esencial de que principalmente no son demostrables en los términos que exige el método científico. Y que éste esté limitado por las herramientas de análisis no parece inquietar a los defensores de la razón contemporánea (que es la de ahora: ayer fue distinta y mañana, previsiblemente, también lo será).

Más bien al contrario los límites de la ciencia parecen otorgar seguridad a mucha gente: no lo consideran un límite por impotencia, sino por "agotamiento de la cuestión". Consideran que no hay mucho más que descubrir, que sólo quedan los detalles, la escala... porque la esencia general de la realidad ya la hemos captado.

Pero los defensores de esas conexiones aprovechan también que sus teorías, aunque no son demostrables, muchas veces tampoco son falsables. Terreno abonado para sus fantasías.

Pongamos todas estas cuestiones y posicionamientos a un lado, apartados. Propongo olvidarlos por un momento.

Un solo argumento, partiendo de cero:

En la experiencia psicodélica uno conecta con una versión de sí mismo que posee un tipo de lucidez inédita, desconocida por completo antes de la experiencia para el sujeto mismo.

Habrá a quien ésto no le parezca suficiente. Y habrá quien dude de que sea cierto. Si yo pensara lo primero o lo segundo me aseguraría de que no es el miedo y/o el desconocimiento el que me lleva a esa conclusión.

Mi experiencia personal es que nunca podría haber imaginado que iba a ser capaz de mirar de un modo tan diferente, tan aparentemente profundo y revelador.

"¡Pero son profundidades y revelaciones sólo aparentes!", argumentan algunos antes de haberlo experimentado, queriendo decir que de fondo son falsas. Y aquí se evidencia definitivamente para mí: miedo y desconocimiento.

Comprobar empíricamente la conexión con esa otra versión de uno mismo está a tan solo unas semanas de intensa práctica meditativa bien dirigida. E incluso, tomando las precauciones correspondientes, mucho más cerca: a un distancia de 0'15 miligramos de dietilamida de ácido lisérgico.