viernes, 12 de abril de 2013

De la experiencia de la información

◄ 

La información no es una sustancia inocua para los humanos.
Los modifica, poco o mucho, irreversiblemente.

Puede que incluso en última instancia, como sugiere McKenna, seamos sólo código.

La experiencia psicodélica, según Huxley (a través de Bergson?), tendría algo de abrir las "válvulas reductoras" del cerebro que garantizan el instinto de supervivencia a costa de bloquear gran parte de la información que nos llega, la que parece no debió ser indispensable en el proceso evolutivo. Al abrirlas, entonces, la información entraría (y entra) como un torrente de caudal inédito. Y qué sabemos de las criaturas que habitan las antípodas, los abismos y los cielos de la conciencia...

En la que fue mi primera vez,
un día en que el mundo podría haberse acabado,
bajo un cielo barroco
mientras mis ojos como planetas líquidos y oscuros se inundaban

por nada y por todo a la vez

mientras sentía cómo estaba siendo modificado
por información de una crudeza cristalina y amable

pensaba que sería imposible que la experiencia psicodélica, procesada con respeto y potencia, y sin apego, no cambie a los humanos para mejor. Electrónicamente imposible, como un circuito de silicio que no concibiera otra opción.

Que se corre el riesgo
de desperdiciar la oportunidad
de ensanchar los confines del alma

Pero que nunca podría, la vida, ir a menos tras algo así.

Información pura que atraviesa un cuerpo adulterado, y produce un efecto.

Y que como está codificada por la pura vida misma
el resultado sólo pudiera
ser más vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario